La fiesta de la Epifanía tiene su origen en la Iglesia de Oriente. A diferencia de Europa, el 6 de enero en Egipto y en Arabia se celebraba el solsticio, honrando al sol victorioso mediante evocaciones míticas muy antiguas. Epifanio explica que los paganos celebraban el solsticio invernal y el aumento de la luz a los trece días de haberse dado; dice, además, que los mismos paganos hacían una fiesta significativa y suntuosa en el Templo de Coré. Cosme de Jerusalén, por su parte, cuenta que los paganos también celebraban una fiesta mucho antes que los cristianos con ritos nocturnos en los que gritaban: “La virgen ha dado a luz, la luz crece”.
Entre los años 120 y 140 los gnósticos trataron de cristianizar estos festejos al celebrar el bautismo de Jesús. Siguiendo la creencia gnóstica, los cristianos de Basílides celebraban la Encarnación del Verbo en la humanidad de Jesús cuando fue bautizado. Epifanio trata de darles un sentido cristiano al decir que Cristo demuestra así ser la verdadera luz, y los cristianos celebran su nacimiento.
No fue sino hasta el siglo IV cuando la Iglesia comenzó a celebrar la Epifanía del Señor el 6 de enero. Al igual que la fiesta de Navidad en Occidente, la Epifanía nace contemporáneamente en Oriente, como una respuesta de la Iglesia a la celebración solar pagana. De este modo se explica que a la Epifanía se le llame en Oriente: Hagia phota, es decir, “la santa luz”.
Esta fiesta nacida en Oriente ya se celebraba en la Galia a mediados del siglo IV, donde se han encontrado vestigios de que se trataba de una gran fiesta hacia el año 361. Su celebración es ligeramente posterior a la de Navidad.
Los Reyes Magos
Mientras en Oriente la Epifanía es la fiesta de la Encarnación, en Occidente se celebra la revelación de Jesús al mundo pagano, la verdadera Epifanía, y gira en torno a la adoración a la que fue sujeto el Niño Jesús por parte de los tres Reyes Magos (Mt 2, 1-12), como símbolo del reconocimiento del mundo pagano de que Cristo es el salvador de toda la humanidad.
De acuerdo con la tradición de la Iglesia del siglo I, a estos Magos se les relaciona como hombres poderosos y sabios, posiblemente reyes de naciones al oriente del Mediterráneo; hombres cultos y espirituales, que se esforzaban especialmente por mantener un contacto con Dios. Del pasaje bíblico sabemos que son magos, que vinieron de Oriente y que como regalos llevaron incienso, oro y mirra; por otra parte, de la tradición de los primeros siglos se nos dice que fueron tres reyes sabios llamados: Melchor, Gaspar y Baltasar. Hasta el año 474 sus restos estuvieron en Constantinopla, la capital cristiana más importante en Oriente; posteriormente fueron trasladados a la Catedral de Milán (Italia), y en el año 1164 fueron llevados a la ciudad de Colonia (Alemania), donde permanecen hasta nuestros días.
Hacer regalos a los niños el día 6 de enero corresponde a la conmemoración de la generosidad que estos tres Reyes Magos tuvieron al adorar al Niño Jesús y al llevarle obsequios, tomando en cuenta que “lo que hagan con uno de estos pequeños, a mí me lo hacen” (Mt 25, 40); a los niños, haciéndoles vivir hermosa y delicadamente la fantasía del acontecimiento, y a los mayores como una muestra de amor y fe a Cristo recién nacido.