ESTE misterio entre los de la Pasión de Jesucristo es como todos de admiración grande, de acertadísima enseñanza, de poderosísima eficacia para hacer amar al Redentor.
La Santa Iglesia nos ofrece en una de sus nuevas fiestas de más reciente institución, la escena de Jesucristo coronado de espinas, en términos de tiernísimo reproche á la cruelísima dureza judáica.
Es este un rasgo felicísimo como tantos otros del oficio divino del Breviario: "Salid y ved, hijas de Sión, al Rey Salomón con la diadema con que le coronó la madre suya en el día de sus desposorios, en el día de la alegría de su alma." Coronarle de espinas, vestirle púrpura régia de burlas y entregarle cetro de vulgar caña, eso es lo que hacen con el Deseado heredero de David los hijos de Judá.
La hábil ciencia de ellos es la del daño y de la malignidad; sus delicias el tormento sufrido por su enemigo.
En todo iban prudentísimos los perversos; mas toda esa su obra, punto por punto sería un poco después aprovechada y convertida por el Dios excelso, al bien y gloria del ofendido Jesús y de sus fieles.
¿Qué no inventó de males Satanás y los suyos? ¿qué tormento no entró en el gran inventario de las atrocidades posibles para tomar al Redentor la palabra empeñada de padecerlo todo por los redimidos?
Esto no sabían, ni querían, ni deseaban, ni intentaban la Serpiente astuta ni los pérfidos fariseos. Así, ¡ea! buscad todos los generos de daño; ya le habéis abofeteado, pisoteado, escupido al rostro, denostado y azotado hasta dejarle como un leproso, sin cesar en todo caso de calumniarle, y de pedir su muerte á todo trance; os falta mucho todavía, y ya vuestro Padre, hijos del Diablo, os sugiere que le coronéis de espinas, como los leones no lo harían si supiesen judaizar ó satanizar, y que le vistáis de rey de burlas á estilo de esa coronación; de esa manera habréis probado que tenéis muy buenos testigos de vuestra causa.
Y en un escaño del atrio del Pretorio se hace sentar al llagado Hombre, se le cubren las espaldas y hombros con el trapo de púrpura, se pone en su diestra la caña, y ¿la corona ?
"La corona de espinas se hizo entrar muy estrechamente sobre su cabeza y descendía hasta media frente; de las heridas de las púas clavadas corrían arroyos de sangre por su rostro, .empapando cabellos, ojos y barba; de suerte que todo él no me parecía sino pura sangre, ni él me pudo ver, presente como yo estaba de pie ante su cruz, sin ecprimir de sus ojos la sangre comprimiendo los párpados."
El Nazareno, con divina humildad y paciencia todo lo soporta. Y así merece que " en el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los infiernos, y toda lengua confiese que el Señor Jesús está en la gloria de Dios su Padre."(I)
"Le escupen al rostro y le golpean con la caña la cabeza," tratamiento como para un insensato, dice Santo Tomás, que en su insensatez hubiese aspirado al reino de Judá; "afirmar en su cabeza más hondo las espinas de la Corona," todo era gran contumelia y atrocísimo dolor, no tanto obra de los hombres como invención y sugestión de los demonios, dice Orígenes.
Mas todo esto ¿no era también de grandes enseñanzas para formarnos en virtudes? San Gerónimo y San Atanasio (Serm. de Cruce) nos dicen: "La caña pone en fuga y mata á las serpientes; esto hace Cristo con las venenosas concupiscencias."
Y San Gerónimo: "así como Caifás dijo ser conveniente que un hombre muriese por todos, y no sabía lo que. decía, así también éstos, en todo lo que hicieron, aunque otro fuese su propósito, nos han dejado, á los que creemos, nada menos que misterios y sacramentos de enseñanza. Y así, en la púrpura toma sobre sí el Hijo de Dios las sangrientas obras de los gentiles; en la corona de espinas absuelve de la maldición antigua; en la caña mata los animales venenosos; ó también, si tenía en la mano la caña, era para escribir el sacrilegio de los judíos."
De esta manera, á estilo de un grande artífice, según observa una lección del oficio e'clesiástico en la solemne fiesta de ese misterio, como operación de su eminente arte emplea instrumentos de gran aptitud, siendo consumado en divinas artes Jesucristo Nuestro Señor: ¿qué instrumentos? Cuerda, corona, azotes, columna, clavos, caña, esponja, lanza, sábana y sepulcro, instrumentos todos de redención, santificados al contacto del gran Artífice de quien han recibido la razón de majestad y veneración, no que veneremos la materia ó forma de la corona, sino por haberla usado el eminentísimo Rey de la virtud, verdadero hombre y verdadero Dios en ese combate en que peleó con el enemigo del género humano.
"Hay un aguijón en las espinas de los pecados, dice San Hilario, de las cuales se forma la corona de victoria de Cristo."
Mas Tertuliano: "¿Díme, cuál es la guirnalda que Cristo Jesús recibe de uno y de otro sexo? Creo que la formada de espinas y abrojos como figura de los delitos que nos ha producido la tierra de nuestra carne. Mas el Señor con la virtud de su cruz quitó de ellas 'todos los aguijones de muerte, embotándolos con haberlos sufrido en su divina cabeza."
Estas espinas nos enseñan por eso á punzar y domar nuestra carne con ayunos, cilicios y disciplinas; "porque no es conveniente, dice San Bernardo, que bajo el gobierno de una cabeza coronada de espinas, los miembros que le corresponden gocen delicadezas.
Santa Catalina de Sena, de dos coronas que Jesucristo le ofrece, una de espinas y otra de piedras preciosas, para elegir una, á condición de que en vez de esta, la otra habría de quedarle para recibirla en la vida futura.
Ella arrebató la de espinas de la mano del Señor y tanto la apretó en su propia cabeza, que sufrió dolores en esta muchos días y por eso hoy ya lleva en el cielo la de piedras' preciosas.
No quiere por eso nuestro hermoso héroe Godofredo de Buillón, ser coronado con corona régia en esa Jerusalem donde Jesucristo lo ha sido con espinas.
Por eso mismo quieren todos los Santos levitas y eremitas del nuevo Pueblo de Dios, es decir, los sacerdotes y religiosos de todos los países de la Iglesia Católica, llevar esa tonsura ó corona clerical que es semejanza de la de espinas de su divino Aarón.
¿Ouién nos dará, Señor, que nos aprovechemos de tan hermosas enseñanzas; que admiremos cuanto se lo merecen las proezas de tu sapientísima pasión, las maravillas del amor de tu corazón, á cuyo servicio ha sido puesta la voluntad de tu Padre, que tanto nos ha amado y la sabiduría tuya, celeste Hijo, Verbo Santo?
Ilumine nuestra mente, alumbre nuestra inteligencia, eduque nuestro corazón tu Santa Madre ¡oh Redentor nuestro! pues queriéndolo tú, Ella ha sido puesta para la dispensación de tus grandes adquisiciones.
Muéstranosle, Señora, y dinos: He aquí á mi Hijo coronado de espinas y vestido como rey de burlas; pedidme y él os hara reyes de todas veras.
Pero también tomadnos la mano y alentadnos á apretar en nuestra frente, que tantos delitos ha fraguado, la corona de espinas del arrepentimiento, de la humildad y de la paciencia y ayudadnos también á que no dejemos día sin que vuestro Rosario goce de una hora de recrearnos con esa luz y ese fuego de que pende toda la paz de esta vida y la salvación en la futura.