Pontificia Obra Propagación de la Fe




La Obra Misional Pontificia de la Propagación de la Fe tiene como finalidad formar una conciencia católica en los fieles, capaz de conjugar una plena docilidad al Espíritu con el afán apostólico abierto a todo el mundo. Coopera también a la preparación de específicos animadores misioneros que trabajen en las Iglesias particulares, en orden a una adecuada participación de éstas en la misión universal. Prestará una atención particular a la formación misionera de los jóvenes así como a la dimensión misionera de la familia. Entre sus frutos más valiosos se encuentra la creación de la Jornada Mundial de las Misiones , propuesta por la Sagrada Congregación de Ritos el 14 de abril de 1926 y fijada para el penúltimo domingo del mes de octubre.

La Obra de la Propagación de la Fe fue fundada por Paulina Jaricot en Francia en 1822, con la intención de cooperar espiritual y materialmente con la labor misionera de la Iglesia. [+ Semblanza de Paulina Jaricot]

La Sociedad de Misiones Extranjeras de París había fundado en 1817 una asociación de laicos en la que se pedía a sus miembros, además de oraciones, la colaboración material, con una aportación semanal destinada a la propagación de la fe. La joven Paulina Jaricot se unió a ellos, decidida a consagrar su vida al servicio de Dios y de la Iglesia como cristiana seglar en medio del mundo. Su entusiasmo hizo que se incorporaran muchas otras personas, especialmente de entre las obreras de la fábrica textil de su padre en Lyon.

Sin embargo, las colectas resultaban modestas e irregulares. Entonces, en otoño de 1819, Paulina tuvo la inspiración de organizarlas de otra manera: se agruparían diez socios bajo un responsable, que recogería de cada uno lo correspondiente a la aportación de un día cada semana; cada diez responsables de decena habría un responsable de centena, y cada diez jefes de centena habría un responsable de millar. Así resultaba una red de oraciones, de recolección de fondos y de propaganda misional.

La asociación conoció un rápido desarrollo entre las gentes más humildes de Francia: obreros, criados y pequeños artesanos. En 1820 Paulina pudo hacer el primer envío importante a las misiones extranjeras de China.

El 2 de mayo de 1822 nació oficialmente la Obra de la Propagación de la Fe, que fue creciendo mientras Paulina se escondía como una más entre los asociados. Siguió trabajando hasta su muerte, en 1862, para difundir esta gran asociación que tanto beneficiaba a las misiones.

La Obra no tardó en extenderse por otros países. El impulso del Papa León XIII contribuyó de manera especial a su difusión universal. En el año 1922 Pío XI concede a la Obra el título de Pontificia y la declara órgano oficial de la Iglesia para las misiones, trasladando su sede central a Roma e implantando subsedes nacionales en cada país.

El mismo "Papa de las misiones", Pío XI, aprobó en 1926 la institución en todo el mundo católico de una jornada en favor de esta Obra, el "Domingo Mundial de las Misiones".


La Obra de la Propagación de la Fe en España

La Propagación de la Fe se introdujo en España en 1839, cuando el obispo de Cádiz, fray Domingo de Silos Moreno, lanzó a las diócesis españolas una invitación a establecer la Obra. Suprimida por decreto ministerial en 1841, esta se movió en la clandestinidad hasta su restablecimiento en 1884, gracias a las iniciativas de la Condesa de Armíldez de Toledo.

En cuanto al “Domingo Mundial de las Misiones”, don Ángel Sagarmínaga, recién nombrado entonces Director Nacional de la Propagación de la Fe, impulsó su celebración en el mismo 1926. Pese a los modestos resultados iniciales (sólo respondieron dos diócesis ese primer año y algunas más el segundo), la Jornada llegó a tener con el tiempo la gran implantación que hoy conocemos. Don Ángel, primer Director Nacional de las OMP en España, siguió siendo más de cuarenta años su gran promotor y el que, desde 1943, la popularizó con el nombre de “Domund”.


OBJETIVO
La POPF, sabedora de que la evangelización es ante todo una acción del Espíritu Santo, suscita en los fieles, en primer lugar, la oración y el sacrificio por las misiones[45]. Tiene los siguientes objetivos:
a) formar a todo el pueblo de Dios para que tome conciencia de su vocación misionera universal[46];
b) informar a los cristianos acerca de la vida y las necesidades de la Iglesia en Territorios de Misión, mediante el intercambio de información, la participación de los valores espirituales, los testimonios de solidaridad en tiempos de prueba y el apoyo moral y material en la adversidad[47];
c) incrementar entre las Iglesias particulares la ayuda, tanto espiritual como material, con particular atención al intercambio de personal apostólico para la evangelización del mundo[48];
d) promover las vocaciones misioneras ad gentes, especialmente las vocaciones«de por vida»[49];
e) favorecer, especialmente en los jóvenes, la educación en la justicia a través de la información y el conocimiento de la doctrina social de la Iglesia, a fin de estimularles a la ayuda, y llevar a cabo una sensibilización misionera que los lleve al ofrecimiento de sí mismos a las misiones[50]: para ello la POPFdispone de un «servicio misionero para los jóvenes»;
f) promover la solidaridad económica apelando a la generosidad de los cristianos del mundo entero, con el fin de elaborar un programa de justicia social y de asistencia para subvenir, de manera regular, a las necesidades esenciales de toda la Iglesia en Territorios de Misión[51].


La POPF en el magisterio de la Iglesia

Maximum illud, carta apostólica de Benedicto XV (1919):

97. Sea la primera de [las Obras instituidas para ayudar a las sagradas misiones] la llamada “Obra de la Propagación de la Fe”, muchas veces elogiada ya por nuestros predecesores, y a la que quisiéramos que la Congregación de Propaganda la hiciera con sumo empeño rendir en adelante todo el ubérrimo fruto que de ella puede esperarse. Porque muy provista ha de estar la fuente principal, de donde no solo las actuales misiones, sino aun las que todavía estén por establecerse han de surtirse y proveerse.

98. Confiamos, sí, que no consentirá el orbe católico que, mientras los predicadores del error abundan en dinero para sus propagandas, los misioneros de la verdad tengan que luchar con la falta de todo.

Rerum Ecclesiae, encíclica de Pío XI (1926):

50. [...] la Obra de la Propagación de la Fe, evidentemente la principal de todas las fundadas en favor de las misiones y que —para gloria integérrima de la piadosísima mujer que la fundó y de la ciudad de Lyon— hemos trasladado acá dándole nueva organización y otorgándole ciudadanía romana, espera del pueblo cristiano nuevos recursos de su largueza que respondan enteramente a las múltiples necesidades de las misiones actuales y futuras.

Evangelii praecones, encíclica de Pío XII (1951):

67. [...] No hay por qué detenernos al presente a explicaros la excelencia, la necesidad y los méritos esclarecidos de estas Obras [Misionales Pontificias], las cuales enriquecieron nuestros predecesores con muchos y abundantes tesoros de indulgencias. Nos agrada sobremanera ver cómo se piden las limosnas de los fieles, especialmente el Domingo de las Misiones [...].

Código de Derecho Canónico (1983):

791. En todas las diócesis, para promover la cooperación misional: [...]

3.º celébrese el día anual en favor de las misiones [...].

Cooperatio missionalis, instrucción de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (1998):

4. [...] La Obra Misional Pontificia de la Propagación de la Fe, para suscitar el interés por la evangelización universal en todos los sectores del pueblo de Dios y para promover en las Iglesias locales la ayuda, tanto espiritual como material, y el intercambio de personal apostólico. [...]

Tomado de: Obras Misionales Pontificias (ed.),
La Iglesia Misionera. Textos del Magisterio Pontificio, Madrid, BAC, 2008

Capsula misionera
http://elsalvadormisionero.org/sites/default/files/omp/popf/domund/audio/capsulas/23_0.mp3