OBJETIVO A LA SEMANA DE ORACIÓN
Promover entre los fieles la constancia en la oración para dar gracias a Dios por el don de la fe, así como para pedir al dueño de la mies que envíe operarios a su mies y que el anuncio de la Buena Noticia llegue a todos los pueblos.
Conviene llevar estas intenciones tanto en la eucaristía, y sin olvidar el rezo del Rosario Misionero, las vigilias de oración y otras posibles celebraciones litúrgicas de carácter misionero.
VEAMOS LA REALIDAD:
Para el Papa Benedicto XVI el afán de predicar a Cristo nos lleva a leer la historia para escudriñar los problemas, las aspiraciones y las esperanzas de la humanidad, que Cristo debe curar, purificar y llenar de su presencia. En este anuncio uno de los obstáculos para el impulso de la evangelización es la crisis de fe, no sólo en el mundo occidental, sino en la mayoría de la humanidad que se puede ver en una pérdida de valores humanos y religiosos; pérdida del sentido de la vida y en un materialismo practico; no obstante, la humanidad tiene hambre y sed de Dios y debe ser invitada y conducida al Pan de Vida y al Agua Viva, como la samaritana que llegó al pozo de Jacob y conversa con Cristo.
JUZGUEMOS: (SAN JUAN 4, 1-30)
Y continúa el Papa citando al evangelista San Juan, en el cual se relata la historia de la mujer samaritana que es particularmente significativa. Encuentra a Jesús que le pide de beber, luego le habla de un Agua Nueva, capaz de saciar la sed para siempre.
La mujer al principio no entiende, se queda en el nivel material, pero el Señor la guía lentamente a emprender un camino de fe que la lleva a reconocerlo como el Mesías. A este respecto, dice San Agustín: “Después de
haber acogido en el corazón a Cristo Señor, ¿Qué otra cosa hubiera podido hacer (esta mujer) si no dejar el cántaro y correr a anunciar la buena noticia?” (In Ioannis Ev., 15, 30).
El encuentro con Cristo como persona viva, que colma la sed del corazón, no puede dejar de llevar al deseo de compartir con otros el gozo de esta presencia y de hacerla conocer para que todos la puedan experimentar.
ACTUEMOS:
“No podemos quedarnos de brazos cruzados ante tal necesidad”; afirma el Papa en su mensaje. Es necesario renovar el entusiasmo de comunicar la fe para promover una nueva evangelización de las comunidades y de los países de antigua tradición cristiana, que están perdiendo la referencia de Dios, de forma que se pueda redescubrir la alegría de creer.La preocupación de evangelizar nunca debe de quedar al margen de la de la actividad eclesial y de la vida personal del cristiano, sino que ha de caracterizarla de manera destacada, consciente de ser destinatario y, al mismo tiempo, misionero del evangelio. El punto central del anuncio sigue siendo el mismo: el Kerigma de Cristo muerto y resucitado para la salvación del mundo, que culmina en el envío del Hijo eterno y unigénito, el Señor Jesús, quien no rehusó compartir la pobreza de nuestra naturaleza humana, amándolo y rescatándola del pecado y de la muerte mediante el ofrecimiento de sí mismo en la cruz.
CELEBREMOS:
Algunas ideas para vivir esta semana con nuestra comunidad parroquial, son las siguientes:- Catequesis previa a las celebraciones eucarísticas, con información sobre las misiones.
- Desarrollar y trabajar en comunidad el Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Jornada Mundial de las Misiones 2012
- Pedir a los grupos de oración, movimientos, adoradores del santísimo sacramento y feligresía en general, que se incremente la oración especialmente por las misiones en el mundo entero.
- Organizar una Jornada de oración misionera en cada comunidad. Destacar un tiempo de adoración al Santísimo Sacramento. Durante el mes de octubre, hacer cada día un momento distinto de oración.
- Dar a conocer la Obra de Infancia y Adolescencia Misionera.
“Entre las formas de participación, el primer lugar corresponde a la cooperación espiritual: oración, sacrificios, testimonio de vida cristiana”. La oración y el sacrificio ofrecido por los misioneros, son el motor de la misión y la fuente de gracias y fuerza para los misioneros” (Beato Juan Pablo II RM #78)
El misionero es el “hermano universal” que presenta a Dios su oración por los hombres y mujeres de los cinco continentes que no conocen a Dios, por su conversión, por los misioneros que trabajan activamente en todo el mundo y por aquellos a quien Dios está llamando a ser misioneros. El Rosario Misionero es un claro ejemplo de oración universal. Las intenciones misionales que el Papa propone para cada mes, ayudan también a esta dimensión universal de la oración misionera.