Éste es fijado por el Papa Francisco en el III Domingo del Tiempo Ordinario de cada año e instituido con la Carta Apostólica «Aperuit Illis» en forma de «Motu proprio».
Nos recuerda la importancia y el valor de la Sagrada Escritura para la vida cristiana, dedicado a la «celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios»(Aperuit Illis 3).
Se invita por ello, en este Domingo de la Palabra a redescubrirla y que crezca en el corazón de los creyentes, para su evangelización.
Se nos convoca a vivir nuestra vida, junto a la Sagrada Escritura, junto con Aquel que no cesa de darnos su Palabra y compartir su pan, en la comunidad de los creyentes.
Esta relación, este diálogo constante de Dios con su pueblo nos enriquece y nos enseña a dar testimonio de su tesoro, anunciándolo por todo el mundo. Se celebra este Domingo, en el contexto de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos y se nos da la oportunidad de unirnos, de este modo en oración, a todos aquellos que comparten la Sagrada Escritura.
Cómo surge el Domingo de la Palabra de Dios
"Que la Palabra de Dios se celebre, se conozca y se difunda cada vez más" (Misericordia et misera 7)
. De esta forma animaba el Papa Francisco a la Iglesia, al terminar el Jubileo de la Misericordia, a poner más en el centro de su vida la Sagrada Escritura.
Aperuit Illis
La Carta Apostólica «Aperuit Illis» en forma de «Motu Proprio» con la que instituye el «Domingo de la Palabra de Dios».
Surge como respuesta al pueblo de Dios. Como una oportunidad, para que cada comunidad en este domingo renueve su compromiso en favor de la difusión, del conocimiento y la profundización en su Palabra.
Como una iniciativa pastoral, donde los creyentes «reaviven su responsabilidad en el conocimiento de la Sagrada Escritura y mantenerla viva mediante un trabajo permanente de comprensión y transmisión, capaz de dar sentido a la vida en la Iglesia y ayudar en las diversas necesidades».
A la luz de la Dei Verbum, se da un impulso en el redescubrimiento de la Palabra de Dios, su infinita misericordia, nos desvela su plan de salvación y espera nuestra respuesta de fe.
Durante este tiempo, ha habido un itinerario en crecimiento hasta llegar a instituir este Domingo de la Palabra.
Este documento fue publicado el 30 de Septiembre, en la memoria litúrgica de San Jerónimo en el inicio del 1600 aniversario de su muerte.
San Jerónimo, traductor de la Biblia, tuvo un gran amor a la Palabra de Dios. Poniéndose a la escucha, encontró a sí mismo el rostro de Dios y de los hermanos. Él mismo asegura, que la Biblia es el instrumento «con el que Dios habla a los fieles cada día» (Epístola CXXXIII. 13).
La Palabra de Dios en la vida del cristiano
La Palabra de Dios representa el comienzo de la historia de la Salvación que Dios hace con nosotros e ilumina nuestros pasos en la vida.
Los cristianos hemos de contemplar la Palabra de Dios como sustento, firmeza en la fe y alimento del alma. Sabemos que la Biblia toca la vida de las personas de muchas maneras.
A través de ella, conocemos más a Jesús que nos invita a seguirle y permanecer en Él, en su amor.
San Jerónimo decía que «desconocer la Escritura es desconocer a Jesucristo.»
Uno de los propósitos principales de este domingo es recuperar la familiaridad con la Sagrada Escritura. Sabemos también que el lugar privilegiado del encuentro entre la comunidad cristiana y la Palabra de Dios es la celebración eucarística.
Es muy importante acoger la Palabra, de ello hace referencia San Pablo en la Primera carta a los tesalonicenses (1 Tes 2,13) al igual que cuidar el proclamarla.
El Papa Francisco nos recuerda "que somos instrumentos en manos de la Biblia. Dejarse "herir" por la Palabra es, pues, indispensable para expresar con la boca lo que sobreabunda del corazón. Por eso, con la ayuda del Espíritu Santo, debemos alimentarnos en la mesa de la Palabra, con la lectura, la escucha, el estudio y el testimonio de vida".
Lugares y libros de la Palabra de Dios
– Lugar: el ambón
Es un lugar reservado para la Palabra de Dios, desde él se proclaman las lecturas, el salmo responsorial y el pregón pascual; pueden también pronunciarse la homilía y las intenciones de la oración universal.
Conviene que en general, este lugar sea un ambón estable, un lugar adecuado para su proclamación.
En la introducción a la Ordenación de las lecturas de la Misa, se establece que el lugar de la Palabra responde a su dignidad y recuerda la relación con el altar. Recuerda al altar porque el Verbo anunciado desde el ambón se hace «carne» en el altar.
De este modo, podemos hablar de «dos mesas»: la de la Palabra y la de la Eucaristía.
La dignidad del ambón exige que a él solo suba el ministro de la Palabra. (Ordenación general del Misal Romano 309).
– Libros: leccionario y Evangeliario
El leccionario
El leccionario, es el libro litúrgico que reúne toda la Palabra de Dios anunciada en las celebraciones eucarísticas.
Contiene las lecturas del Evangelio y también textos tomados del Antiguo y del Nuevo Testamento.
Existen los siguientes, divididos en varios volúmenes:
I. Domingo y Fiestas del Señor: ciclos A, B y C.
II. Ferias de Adviento, Navidad, Cuaresma y Tiempo Pascual.
III. Ferias del Tiempo Ordinario: Año par y Año impar.
IV. Misas de los Santos.
V. Misas rituales y de difuntos.
VI. Misas para diversas necesidades y votivas.
VII. Misas con niños.
El Evangeliario
El Evangeliario contiene los pasajes del evangelio que se proclamarán durante las celebraciones. Los textos están dispuestos generalmente según el orden en que aparecen en los evangelios, ya divididos por perícopas para ser proclamadas.
El Misal prevé que el Evangeliario se coloque en el altar antes de la proclamación del Evangelio.