La Gratitud de las Almas del Purgatorio: Nunca olvidan a sus benefactores


"Lo más excelente es la Caridad" enseña San Pablo (1) y por su parte, San Juan "quien ama a Dios, ama también a sus hermanos" (2). Santo Tomás de Aquino explica que "la Caridad tiene más valor ante Dios que ante los hombres. Entre nosotros los hombres también puede haber quien por amor pague las deudas de otros. Pero esto tiene mucho mayor valor ante el Divino Juez".

En las obras de los hombres, Dios busca ante todo el motivo que les impulsó a ejecutarlas. Cuanto más pura y desinteresada sea la intención, tanto mayor valor adquiere la obra ante Dios. Cuanto más se lleve a cabo por puro y generoso amor a Dios y al prójimo, tanto más valiosa y agradable resulta a Dios y tanto mayor es su mérito.

El Venerable Kempis dice "Lo que se realiza por amor, esto es grande, esto produce mucho fruto, por insignificante y despreciable que aparezcan a los ojos humanos, ya que en la balanza de Dios el motivo que impulsa a obrar pesa mucho más que la acción misma". (3)

El Obispo Keppler escribe: "Las pobres Almas del Purgatorio están en condiciones de devolvernos lo que de nosotros recibieron, no solo al llegar al Cielo, sino incluso mientras permanecen en el Purgatorio. Su poder corresponde a una voluntad libre y agradecida. No existe el menor peligro de que puedan olvidar a sus benefactores. Para el olvido y el desagradecimiento no hay sitio en el Purgatorio, menos aún en el Cielo. Aquí tienen verdadera aplicación las palabras del Serñor: "Nos proporcionamos amigos que nos conducen a las moradas eternas que ya desde el Purgatorio nos acompañan y cubren con sus oraciones y que una vez en el Cielo sean nuestros poderosos protectores e intercesores".

Cristo Nuestro Señor, en revelación privada con María Lataste, religiosa de la Sociedad del Sagrado Corazón, la exhortó a pedir frecuentemente por las Almas del Purgatorio y le dijo: "No podrías hacer nada más beneficioso para ti, ya que estas Almas, una vez en el Cielo, recordarán siempre tu misericordia y orarán incesantemente por ti".

La Venerable María Anna Lindmayr, mística, natural de Munich, Carmelita Descalza y dotada de un especial don de comunicarse con las Almas del Purgatorio, aseguraba que "una vez que las Almas del Purgatorio han sido liberadas de su prisión, no olvidan jamás a sus benefactores: son agradecidas en extremo".

A San Fidel de Sigmaringa se le apareció un Alma del Purgatorio: había sido redimida por las oraciones que el Santo le había ofrecido a Dios por su liberación, y le aseguró que "ahora estoy redimida y voy a entrar en el Cielo, donde incesantemente pediré por mis intercesores".

Se dice de Santa Francisca Romana que muchas de las Almas redimidas por sus ruegos, se le aparecieron antes de subir al Cielo, a fin de darle las gracias tanto a ella como a todos los que les prestaron ayuda y consuelo; demostraron un agradecimiento especial por las Santas Misas por Ellas ofrecidas, así como por los sufrimientos por Ellas soportados, y le prometieron prestarle verdaderos servicios recíprocos desde el Cielo.

Otra Mística, Friederike Hauffe, más conocida como "La Vidente de Prevorst", aseguraba que en no pocas ocasiones las Almas del Purgatorio se le manifestaban, ya libres de tormentos, para agradecerle cuantos sufrimientos y oraciones había ofrecido por Ellas y su salvación.

NOTAS ACLARATORIAS
1 I Carta a los Corintios, cap. 13, vers. 13
2 I Carta de San Juan, cap. 4, vers. 21
3 Imitación de Cristo, libro 1º, cap. 15